ENTREVISTAS
aparece un instante, nevermore
Malva Flores accedió a contestar el siguiente cuestionario: ponemos a disposición de nuestros lectores sus respuestas.
—¿Cómo conjugas las circunstancias verbales de este poemario con los escenarios de la vida? —Pienso que, como la vida, cualquier circunstancia verbal es hija del ritmo. A cada uno de los “escenarios de la vida”, como tú los llamas, corresponde una naturaleza rítmica. Así se unen dos ritmos, el del poeta y el de la circunstancia. Creo en la armonía y la busco en esa conjunción, porque somos animales de cadencia. —Discurso poético desbordado, proceloso, inquieto y, a la vez, soflama enfuga y rondó. ¿Cómo nació este poemario, cuáles fueron sus gérmenes? --Aparece un instante, Nevermore, es un verso del primer poema que formó parte de este volumen y que me fue solicitado para participar en una revista que incluiría textos sobre la violencia. El lugar donde vivo era, en ese momento, muy peligroso. La violencia no era imaginaria o literaria; no la leía desde una silla en un café de la Condesa sino que la veía por las ventanas de mi casa. En el poema describo a una mujer en un tiradero de basura en el que encuentra un cuerpo ya en descomposición. Sobre ella vuelan zopilotes pero ella busca a Nevermore, en obvia referencia a Poe. Es decir, en medio del desastre, irónicamente, ella busca al cuervo “de románticas plumas”. Entonces, de mi desasosiego por saber cómo debía escribir un poema sobre la violencia, cuál era el papel del poeta frente a lo real y cómo podía expresarlo, nació el libro. —“Preámbulo forzoso”, “Tropo” y “Epilogo”: tres acápites empalmados en forma de Sonata/Scherzo: el lector tiene la sensación de estar sumergido en un poema largo, en una suerte de arrecife frondoso. ¿Cómo fue el proceso de escritura de esta desbordada cantata? —Después del poema que te comentaba anteriormente, me asaltó una molestia, una rabia permanente: la de darme cuenta de que no sabía cómo seguir escribiendo y la sensación angustiosa de pensar que todo lo que yo había creído (de la poesía, de la vida, etcétera) era mentira y en estos días de simulación ya no tenía ningún valor. Por eso existe un tono de burla permanente, una sorna de mí misma, contra los “ángeles líricos”. Por otro lado, cuando lo estaba escribiendo murió mi abuela paterna, y eso transformó el poema: me encontré de súbito frente a la muerte real, tangible, de un ser muy amado. ¿De qué forma podía expresar su muerte? ¿Servía la poesía? Escribí la sección “Diario ambulatorio”, incluida en “Tropo”, en el hospital, frente a la cama de mi abuela. En ese sentido, “Tropo” es una vuelta a la poesía lírica. —Pound y T. S. Eliot son referencias en Aparece un instante…; pero, el lector advierte reminiscencias quevedianas en lo semántico, y glosas gongorinas en lo formal. Poemario de indiscutible cabalgata barroca. ¿Estás de acuerdo? —No lo había pensado, pero tal vez tienes razón. Me dejé llevar por el ritmo que imponía el poema y por la textura de las palabras. Cuando lo escribí estaba muy enojada con la idea del “poeta”, conmigo misma, con mi país, con eso que llamamos “vocación”. En él, por cierto, no sólo aparecen Pound o Eliot, sino muchos poetas que me son queridos: Darío, Paz, Rojas, Vallejo, entre muchos otros. Quise preguntarme si todavía podíamos ver en el árbol un “sauce de cristal”; si, aún hoy, era posible la poesía que canta, que dice el mundo y al decirlo nos dice, aunque sepamos que el mundo ya es otro. Sigo pensando que sí. —Dolor, fruición, arrobamientos y vigores de una poeta en total dominio de su oficio. ¿La escritura de este poemario fue una catarsis? —Sí lo fue. Me encontré de pronto dudando ya de todo, de mi propia canción, de lo que es o debe ser o podría ser valioso en la poesía. Pero frente a la muerte real, volvió la burra al trigo como una manera de encontrar un alivio en la forma. En ese sentido, el poema abre con las conocidas palabras de Pound: “make it new”, y toda la primera parte me pregunto qué es, cómo se escribe aquel new. En el último poema retomo la pregunta y me respondo en boca de otro que me dice que abra los ojos para mirar el mundo. —¿Qué posición ocupa en tu obra Aparece un instante…, puede considerarse como un antes y un después en tu poesía? —Por muchas razones personales es el libro que más quiero; pero, también es con el que quisiera poner un “hasta aquí”. En “Vuelta”, el último poema de la sección “Epílogo”, tal vez quise explicar que mi nostalgia por lo que nunca fue debía terminar y empezar en otra cosa, de otra manera. |