a Luis Ignacio Helguera
in memoriam
SIEMPRE ES TARDE cuando ocurren las cosas.
Es otro su reloj mas es preciso
en su atinada inclemencia
y todavía esperamos.
Nunca vemos pasar a la belleza
y le buscamos nombre
y le ponemos fechas.
Redes para atraparla porque pasa de prisa,
suponemos.
Habría que preguntarse cuándo es tarde
o cambiar de reloj:
elegir el color de las nubes o la raya del sol
dibujada en la meseta de nuestra presunción.
Sin atino o atisbo,
inoportunamente,
asistimos.
in memoriam
SIEMPRE ES TARDE cuando ocurren las cosas.
Es otro su reloj mas es preciso
en su atinada inclemencia
y todavía esperamos.
Nunca vemos pasar a la belleza
y le buscamos nombre
y le ponemos fechas.
Redes para atraparla porque pasa de prisa,
suponemos.
Habría que preguntarse cuándo es tarde
o cambiar de reloj:
elegir el color de las nubes o la raya del sol
dibujada en la meseta de nuestra presunción.
Sin atino o atisbo,
inoportunamente,
asistimos.
NI EL GRAN LEONARDO
hubiera conocido papalote mejor, motor volátil, que la estampa del cielo surcado por palomas que Emiliano persigue. El afán de volar se resuelve en el punto donde el niño aprendiz mira hacia arriba y corre. |
EN REPOSO. Sin más comedimiento que la esfera
celeste mirando allá en lo alto nuestra desavenencia con todos los objetos, el tiempo nos da pausa. Sólo por hoy es otra, aunque siempre es la misma bóveda azul o transparente que toca en su claridad los ojos de Valeria cuando ríe. Visto desde el jardín, el cielo es un fronda suspendida del tiempo y tan remota. Leer más |